domingo, 3 de mayo de 2015

El MODELO CLÁSICO DE JEFATURA Y EL ROL DE LAS REDES DESCENTRALIZADAS EN EL DESARROLLO POLÍTICO DE COAST SALISH (de Colin Grier)

En la traducción que hoy les comparto, Colin Grier analiza las formas de organización política de los pueblos Coast Salish del Noroeste de Norteamérica. A pesar de observarlas como sociedades con marcada diferenciación social, éstas no responden al modelo tradicional de "jefatura", dado que no poseen formas de poder centralizado. Esto lo llevó a cuestionar la utilidad del modelo y definición clásico de "jefaturas", para luego proponer la idea de "jefaturas anárquicas".
El texto que a continuación transcribo, fue presentado en The 31st Annual Meeting of the Theoretical Archaeology Group. 17-19 December. Department of Archaeology, Durham University, en el año 2009.


TAG 2009 – Durham
Informando sobre “Jefaturas” Anárquicas: El Modelo Clásico de Jefatura y el Rol de las Redes Descentralizadas en el Desarrollo Político de Coast Salish.

Colin Gier
Department of Anthropology, Washington State University
Pullam, WA USA 99164-4910

Department of History, Kyung Hee University
Seoul 130-701 South Corea

Traducido por: Leonardo Faryluk
@lfaryluk

Resumen:
Este trabajo examina el concepto de centralización en el estudio de sociedades de pequeña escala, argumentando que el predominio de la noción antropológica de “Jefatura” y su énfasis en la centralización ha frenado el desarrollo de modelos alternativos sobre organizaciones políticas descentralizadas. Usando los principios de autonomía local y estructuras de toma de decisiones descentralizadas como punto de partida, este artículo evalúa críticamente la relevancia teórica y empírica de las Jefaturas en relación a la organización política de los pueblos Coast Salish pasados y recientes del suroeste de Columbia Británica, Canadá. Los Coast Salish combinaron increíbles grados de afluencia (y disparidad en la afluencia), clases sociales formalizadas, y redes regionales ente elites en un enfoque organizacional que se conforma como una red anárquica más que como un sistema político jerárquico. ¿Por qué sus políticas siguieron esta trayectoria? ¿Por qué las redes de relación entre elites en Coast Salish surgieron entre los 2000 y 1500 años atrás no reconfiguradas bajo un sistema con jerarquía regional? Desde una perspectiva diacrónica, describiré como los principios del anarquismo pueden ser usados para modelar la emergencia de sistemas políticos descentralizados y organizaciones sociales complejas carentes de políticas jerárquicas regionales.

Introducción:
Debo confesar que arribé a la Teoría Anarquista no a través de un profundo interés en los objetivos políticos de dicha teoría, sino por el hecho más egoísta de necesitar hallar una perspectiva antropológica adecuada – esto es, capaz de explicar las bases organizativas de una particular nueva forma de sistema político indígena registrado para los pueblos Coast Salish de la Costa Noroeste de Norteamérica.
El área cultural de la Costa Noroeste contrasta con los modelos desarrollados para explicar los orígenes de las sociedades complejas. Desde el punto de vista tradicional, las sociedades complejas son agrícolas. Por supuesto, a lo largo de las últimas tres décadas, los cazadores-recolectores, incluidos aquellos de la Costa Noroeste, han sido paulatinamente reconocidos como sociedades “complejas”, o por lo menos como “poseedoras de algunos rasgos de las sociedades complejas”, tales como un sistema económico de retorno, producción excedentaria, asentamientos sedentarios, concentración material, desigualdad social y marcada diferenciación de status.
Las sociedades de la Costa Noroeste, poseyendo efectivamente todo lo mencionado, han sido difíciles de caracterizar políticamente. A veces han sido referenciados como “Jefaturas” dada la presencia de “Jefes” de alto status. En muchas instancias, esto es simplemente la equiparación de una fuerte diferenciación de status con el sistema político representado por el término “Jefatura”.
Pero desacuerdo respecto a la naturaleza de la organización política de las sociedades de la Costa Noroeste también existen a nivel estructural, quizás mejor reflejada en el debate los Snoqualmie de Puget Sound, cerca de Seattle constituyen una Jefatura en el sentido formal. Discutiendo su organización política, Tollefson propuso (desde su punto de vista, retóricamente) la pregunta: “¿Cómo puede un modelo de autonomía local explicar cómo cientos de pequeños asentamientos, compitiendo por riquezas, esclavos y prestigio, ser capaz sus relaciones inter-poblacionales?”. Su perspectiva implica que no podrían sin un nivel de organización tipo Jefatura, esto es, sin la centralización de la autoridad y la toma de decisiones.
Sugerir aún que las interacciones regionales complejas y formalizadas requieren un estilo de organización política tipo jefatura es obviar las bases empíricas de la realidad.
Los Coast Salish del suroeste de Columbia Británica y el Noroeste del Estado de Washington construyeron un sistema político altamente formalizado, basado en el status, que fue tanto complejo como de alcance regional, pero, como discutiré, permaneciendo descentralizado y basado en la autonomía local de sus “Jefes”. Esta situación aparece como no igualitaria pero tampoco como una Jefatura en el sentido clásico y formal, otorgando a la arqueología y la etnografía en una significativa brecha explicativa.
Esta brecha explicativa, sin embargo, a mi modo de ver, hunde sus raíces no en el caso en sí sino en la falta de ajuste de los modelos que hemos estado usando para el análisis. El caso Coast Salish expresa claramente que los pueblos cazadores-recolectores, en ciertas circunstancias, persiguieron una elaboración de sus organizaciones políticas formales que van más allá de lo apreciado por los arqueólogos y antropólogos. Los Coast Salish representan una instancia de complejidad social más cercana a la elaboración horizontal que a la transformación jerárquica.
En este trabajo apunto a la naturaleza de la organización política Coast Salish a una escala regional, considerando cómo los sistemas complejos emergieron en la forma que lo hicieron, y por qué los sistemas de redes horizontales que emergieron no fueron, en última instancia, reconfigurados en una jerarquía política regionalmente centralizada. Responder a esta pregunta requiere confrontar más ampliamente la vieja percepción arqueológica  de que la centralización es un proceso inevitable en la emergencia de las sociedades complejas.
Mi objetivo es dar luz a un sistema de red anárquico que probablemente ha sido poco reconocido como parte del pasado humano porque simplemente no hemos usado los lentes correctos que nos permitan poner esto en foco. Y, que los anarquistas en esencia están en lo correcto, respecto a que los sistemas políticos descentralizados que teóricamente visualizaron han sido, de hecho, desarrollados en el pasado humano, quizás más substancialmente y a mayor escala que las recientes versiones que pueblan como pequeños atolones la superficie de un mar de capitalismo moderno.

La Arquitectura de los Sistemas Políticos Coast Salish:
Para el período etnográfico de la Costa Noroeste, mucho del debate se ha centrado en la naturaleza del poder político y la búsqueda de poder a varios niveles en que la autoridad se manifestó. Muchos investigadores reconocieron  una clave central de autoridad y poder al nivel de los grupos corporativos multifamiliares basados en las grandes casas largas. Ken Ames fue más lejos al remarcar que la familia extensa fue la política, con una organización política no formalizada reconocible a escalas mayores.
Argumento que esta perspectiva, aunque adecuada en su énfasis en la familia extensa como escala organizacional clave, subestima la importancia de la situación regional.
Las familias extensas participaron en un sistema político formal que cubrió toda la región del Golfo de Georgia.
Los actores principales en esta red política fueron los Jefes Familiares, o más correctamente, los cabezas de las familias extensas, así como otros individuos bien posicionados en la familia extensa quienes, como parte de una facción basada en ésta, debieron también actuar en interés de ellas.
Las elites familiares tendieron lazos externos, formalizando típicamente dichos lazos mediante relaciones matrimoniales (o afines).
La suma total de redes de elites de jefes de familia alcanzó una escala regional, operando esencialmente de forma autónoma para negociar relaciones de intercambio mutuamente beneficiosas.
El sistema de intercambio de la elite, como fue definido por Wayne Sutiles, funcionó con múltiples fines:
1-      Facilitando el acceso, por medio del intercambio y el acceso directo negociado, a recursos distantes: de subsistencia, sociales, políticos y simbólicos.
2-      Como la red era exclusiva para las elites, sirvió para delinear y reforzar la pertenencia a un estrato de elite.
3-      Actuó como sistema para la circulación de bienes de prestigio y conocimiento reforzando las diferencias sociales locales y, nuevamente, la pertenencia a un estrato de elite.
Estos elementos regionales han sido poco reconocidos como un sistema político formal porque no se adecuan al modelo de Jefatura en el sentido clásico, y por ende fueron tratados analíticamente en términos de las menos formales “interacciones regionales” o “esferas de interacción”.
Lo que es claro es que este sistema fue una política regional compleja y formalizada que puede ser caracterizada como descentralizada, un sistema de red en que los nodos (familias extensas representadas por sus cabezas) actuaron autónomamente y donde eran libres de asociarse cuando lo veían adecuado.
Las estructuras políticas intra comunitarias fueron en comparación, débilmente desarrolladas. Tenemos, respecto a los Salish, pocas descripciones de posiciones de autoridad persistentes al nivel de la comunidad. La mayoría de los etnógrafos de los Salish resaltan la carencia de significancia política de las comunidades, excepto quizás en la defensa y en las ceremonias del potlach. Mientras que la comunidad era una importante unidad social, esta no era un actor dominante o políticamente unificado.
Soy de la opinión que la falta de emergencia de una organización política a nivel comunidad es la clave para entender la inherente resistencia de las redes de intercambio de la elite a la centralización. La fortaleza y acceso a lazos externos permitió a las cabezas de las familias extensas locales un intento final por centralizar el poder y el control local al interior de las comunidades.

Centralización y Sistemas de Asentamiento Arqueológicos:
Revisando la información etnográfica, hay profundos elementos históricos para la emergencia de este sistema, involucrando una creciente formalización y exclusividad de las conexiones regionales de la elite a lo largo del tiempo. Sin embargo, el registro arqueológico revela la circulación de materiales a grandes distancias hace más de cinco milenios atrás. Pero, hacia el 2000 AP estas relaciones de intercambio, de alguna manera informales, dieron paso a un sistema mucho más formalizado en el que los bienes de prestigio y las idea (estandarizadas en objetos rituales) comenzaron también a circular. Este desarrollo parece haber ocurrido en relación con la emergencia de la desigualdad social y la estratificación social, incluyendo potencialmente esclavitud, en algún momento del segundo milenio AP.
La naturaleza de los sistemas de asentamiento en la región en este tiempo muestra también la emergencia de una red nodal, reflejando la emergencia de un sistema político en red. El modelo clásico de Jefatura postula la centralización y el asentamiento jerárquico a escala regional, donde uno o unos pocos grandes centros (típicamente asientos del poder) eran nodos centrales en una red espacial jerarquizada (control jerárquico) que se extendía hacia asentamientos de nivel medio, y finalmente, a un tercer conjunto de pequeños o periféricos asentamientos.
La investigación de patrones de asentamiento regionales y la aplicación de tal modelo a la Costa Noroeste han llegado a su límite. La identificación de distintas “líneas” de asentamientos en la Costa Noroeste está desafiada por una variedad de metodologías regionales que no revisaré aquí.
Qué vemos sobre la región con la información que disponemos es pueblos relativamente similares en una variedad de puntos del paisaje, con el factor común de poseer múltiples casas largas y entierros de elite.
Por ejemplo, el sitio Scowlitz (Lepofsky et al. 2000), localizado en Fraser es el primer ejemplo de una población importante en la red regional. El sitio contiene restos de casas y el montículo funerario más grande conocido en la cuenca del Río Fraser en por lo menos los últimos 2000 años. Pueblos y montículos funerarios similares fueron encontrados en toda la región.
De modo interesante, Scowlitz está situado en una zona muy productiva para la adquisición de salmón. Los nodos centrales en el paisaje equiparando recursos y producción han sido argumentados por Clark y Blake en particular como emplazamientos donde el proceso de centralización comenzó, al estar situados en posiciones clave de la economía regional y las relaciones políticas, siendo así los únicos habilitados para orquestar estas relaciones.
Claramente existieron sitios grandes como nodos de producción de recursos en el Golfo de Georgia y a lo largo del Río Fraser, aunque no tenemos aún evidencia convincente respecto a que ciertos asentamientos estaban cualitativamente más allá de sus pares.
Sobretodo, no hay jerarquía de sitios como indicadores de una política regional centralizada, apoyando la idea que existió otra forma de organización regional a lo largo de los últimos dos milenios. La información es consistente con un sistema nodal, anárquico, más que con una política regional jerarquizada.

Conclusiones:
Obviamente cualquier debate respecto a la terminología tiene menos consecuencias que la cuidadosa documentación del sistema en sí; tipologizar no es el objetivo.
Pero, si nuestro criterio es:
a-      Centralización – entonces la respuesta debe ser “no”.
b-      Regionalización – entonces claramente la respuesta es “si”.
c-      Relaciones políticas formalizadas – entonces “si”.
d-     Control de los recursos por la elite – “si”.
Como vemos, el sistema político Coast Salish puede ser esencialmente definido como una Jefatura sin centralización.
Este reconocimiento provee las bases para proponer una “jefatura anárquica” – una particular forma de estructurar el sistema político regional que fue en un sentido real anárquico – esto es, sin gobernantes apicales.
Una pregunta final puede ser, ¿Qué mantuvo a tal sistema anárquico? ¿Por qué la centralización no ocurrió a pesar de las reales posibilidades de hacerlo?
No siento que la respuesta pueda hallarse en alguna supuesta limitación, como que carecían de agricultura. Más clásicamente, se han registrado Jefaturas centralizadas para cazadores-recolectores, tales como las jefaturas Calusa en Florida, las jefaturas Chumash en California, y los desarrollos de jefaturas centralizadas en el período histórico de la Costa Noroeste misma (Martindale, 2003). Esto es posible.
Así que, quizás debemos buscar por qué tal sistema pudo desarrollarse.
Un punto interesante a considerar es que en una red anárquica la autonomía de los nodos (entendidos como familias extensas) significa la recolección de información y la toma de decisiones por sí mismos, un enfoque más eficiente (y apropiado) localmente, que el procesamiento centralizado de la información.
No hay cuestiones de stress a ciertas escalas (Jonson, 1982), así como no son requeridas para la acción decisiones plenamente consensuadas – solo por aquellos que de buena gana participasen. Así, no hay argumento de que había un techo inherente a la escala organizacional de una “política” descentralizada.
Una conclusión clave es entonces que la centralización no debe ser vista como una trayectoria inevitable en la emergencia de sistemas políticos de gran escala.
Así, esto es mejor para ver el desarrollo y la persistencia del intercambio de elite como atribuible a las prácticas de actores sociales en el sistema, incluyendo el activo mantenimiento de los principios de autonomía y toma de decisiones locales así como una consciente resistencia a la idea de centralización en si misma – principios centrales del anarquismo.
En este sentido el anarquismo nos ayuda mucho, en cuanto permite iluminar como una amplia base de individuos puede regular un sistema expansivo con decisiones locales – un punto negado por aquellos que promueven la centralización y la autoridad jerárquica como inevitable y parte necesaria de la condición humana.

sábado, 2 de mayo de 2015

¡PARA TODOS, TODO! ARQUEOLOGÍA, AYUDA MUTUA Y REDES DE LIBRE ASOCIACIÓN (de Claire Marshall)


En esta oportunidad comparto con ustedes una pequeña traducción que realicé del trabajo de Claire Marshall "All is for All!: Archaeology, Mutual Aid and Free Association Networks", y que fuera presentado allá por el año 2009 en The 31st Annual Meeting of the Theoretical Archaeology Group, realizado por el Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham. Desgraciadamente, la asociación a la que hace referencia parece haberse disuelto, ya que son pocas las referencias disponibles en la web, además de estar caduca la página de contacto que nos facilita al final de su texto. Sin embargo, el trabajo me parece relevante como antecedente de discusión respecto a las formas de asociación entre compañeros de disciplina y respecto al impacto social de la arqueología. Los dejo entonces con...

¡Para Todos, todo! Arqueología, ayuda mutua y Redes de libre asociación.
Claire Marshall
(2009, en The 31st Annual Meeting of the Theoretical Archaeology Group. 17-19 December. Department of Archaeology, Durham University)
Traducción por: Leonardo Faryluk


Resumen:      

La cita de Piotr Kropotkin en La Conquista del Pan nunca ha sido tan relevante como en la actualidad, en nuestra sociedad moderna y globalizada. Los arqueólogos son empujados a posicionarse en marcos teóricos y a tomar decisiones que tienen consecuencias a largo alcance para las personas y los objetos que estudian. Las agendas políticas y de investigación dan forma a mecanismos a través de los cuales se difunde la información y, como tal, restringen el flujo de conocimiento y el aprendizaje. Expertos y públicos son segregados, reforzando jerarquías por medio de explicaciones envasas y pulidas respecto a descubrimientos de importancia cultural.
Este artículo busca criticar algunos de los marcos tradicionales de difusión de la información arqueológica, examinando los escritos filosóficos sobre la lucha de clases del anarquista Piotr Kropotkin. Éste abogaba por la deconstrucción de la institucionalidad tradicional que controla el flujo de conocimientos, a favor de la cooperación y la libre colaboración mutua, con un verdadero sentido comunitario de los términos. En este trabajo se tendrá en cuenta cómo los arqueólogos hoy en día están poniendo en práctica la filosofía de Kropotkin, desafiando los modelos mediante los cuales se difunde la información arqueológica, sin perder de vista el aporte a importantes cuestiones políticas.
El caso aquí estudiado está centrado en el trabajo de Arqueólogos por la Justicia Global, una red de asociación libre de profesionales profundamente preocupados por las formas en que la disciplina arqueológica contribuyó a llevar a cabo acciones políticamente motivadas y a tomar decisiones gubernamentales éticamente cuestionables.


Introducción: Restricciones al aprendizaje, pedagogía, públicos y expertos.

Kropotkin: ¿Qué puede enseñarnos? (Ayuda Mutua y Libre Asociación).

AJG: Nuevas orientaciones en las redes de asociación libre.

Como arqueólogos, estamos en una posición única de confluencia entre dos mundos. Por un lado pugnamos por la defensa de las sociedades del pasado y sus restos materiales, revelados por medio de nuestro trabajo, mientras que éste está atravesado por un paisaje profundamente político que influye en los resultados de la interpretación teórica. La participación libre y activa para con el material arqueológico ha sido severamente restringida por una legislación que se aferra a una cultura de la “auditoría”, regulando y vigilando lo que se considera teóricamente “aceptable”. La metodología actual del arqueólogo está controlada en gran parte por las instituciones – ya sean académicas o políticas – actuando como bisagra que produce una valoración desigual en las perspectivas selectivas sobre lo que realmente se considera importante para el interés público.
El aprendizaje arqueológico y la difusión de estos conocimientos en el contexto de la agenda política post-moderna, ha llevado en algunos aspectos, a la ampliación de la brecha entre el público y los expertos. El teórico político Saul Newman (2008) ve al panorama político actual como una “post Democracia”, más que políticamente ideologizado, donde la post Guerra Fría llevó a una contracción de la democracia tradicional, “abandonando a la gente” que se supone debía representar y proteger. Para él, los mecanismos parlamentarios de representación se han erosionado y ahora la toma de decisiones "post democrática" incumbe sólo a expertos y comités no elegidos e irresponsables (2008:9). El aumento del dominio absoluto sobre el flujo de conocimiento en la actual sociedad globalizada crea problemas complejos para el arqueólogo, tornando el objetivo de ser apolíticos algo inherentemente difícil. Esto implica la necesidad de perspectivas reflexivas sobre las paradojas de los contextos post modernos, así como la búsqueda para alcanzar medios de contrarrestar su hegemonía ideológica tendientes a profundizar las desigualdades sociales.
El trabajo de Newman llama también a crear nuevas formas globalizadas de poder que cumplan con nuevos y diferentes modelos de resistencia. Es la resistencia lo que quiero explorar aquí para la metodología arqueológica, el activismo y la práctica de redes de asociación libres y contingentes más allá de una “crisis” disciplinar. Parece que en esta cultura que tiende a dividir públicos de expertos, hay un sentimiento de censura y control en pos de la ética en investigación. Pero por lo general, este tipo de investigaciones no censura al público, al que se le dice que esto es así para reducir el “riesgo” de errores en el testeo de hipótesis, sino más bien intenta frenar las formas creativas e imaginativas que en la investigación y la pedagogía han llevado a alcanzar “grandes” descubrimientos en el pasado. Sólo recientemente hemos visto una jugada por parte de los académicos para contrarrestar una propuesta un tanto destructiva y políticamente motivada relativa al financiamiento de la investigación en arte y ciencias. Bajo este incentivo que entraría en vigor en 2013, se harán pagos adicionales a proyectos orientados a dar grandes beneficios económicos inmediatos para propósitos específicos más que a ideas originales que pudiesen resultar más ventajosas a largo plazo. Más de 18000 académicos firmaron la petición, incluyendo a Premios Novel quienes sugieren que un movimiento de este tipo “requiere investigaciones para probar si promovería la aparición de propósitos de investigación no originales”.
Todo esto sugiere que las perspectivas para la investigación en Inglaterra son particularmente sombrías, y los medios de comunicación, al parecer, no están de nuestro lado. En general somos responsables de una agenda política que no es ni útil para la gente que se supone debe servir, ni para el avance de metodologías reales e interesantes. Resistencia a tal bestia bien puede provenir de algunas de las filosofías consideradas marginales, que sostienen ideologías reales más allá de lo que Saul Newman llama a la sociedad "Post Democrática" y, finalmente, de la cultura de auditoría en la que actualmente vivimos. Para esta discusión propongo revisar algunas de las ideas libres y abiertas del pensador anarquista Piotr Kropotkin en pos de promover un activismo arqueológico más justo respecto a cuestiones reales y contingentes: tales como los métodos de investigación arqueológica, política y debates éticos en arqueología (como ser las discusiones sobre repatriación y conservación de la biodiversidad humana) y el impacto de la práctica arqueológica en las zonas de conflicto.

Piotr Kropotkin nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza rusa en 1842, en el Principado Smolensk. La aristocracia rusa estaba declinando en la época que nació Kropotkin, pero aún mantenía un gran poder simbólico en el centralizado régimen zarista. A pesar de ello, su padre “poseía casi 1200 almas en tres provincias”, con 75 de ellas en su casa de campo. Kropotkin tenía una comprensión muy clara y directa de las divisiones sociales desde una edad muy temprana – incluso de niño, su lealtad era para con los sirvientes en lugar de para con sus propietarios. A medida que iba creciendo, era más evidente que iba entendiendo que el cambio debía provenir de la organización de base de ideas “más allá” de las formas autoritarias de gobierno y control. Alentado por la literatura de la Revolución Francesa, renunció a su título aristocrático cuando tenía solo 12 años de edad. Estaba disgustado con la conducta de la nobleza (incluida su propia familia), para con el campesinado: golpizas, matrimonios forzados, reclutamientos forzosos – asumió que los sentimientos no eran reconocidos por esta gente.
La vida de Kropotkin estaba trazada; perteneció al Cuerpo Ruso de Pages,  estuvo en la academia militar y fue nombrado ayudante del Alejandro II. Su decepción fue demasiado evidente al ser testigo presencial de la naturaleza entonces paranoica del zar, y las despectivas y derrochadoras formas con las que se manejaba la corte real – generalmente actuando violentamente ante cualquier forma de librepensamiento del pueblo. Kropotkin rechazó permanecer en San Petersburgo, optando por un puesto en Siberia – pensando que éste sería un lugar donde una reforma política y social podría florecer, lejos de las garras del zar. Se decepcionó porque incluso allí – las redes de corrupción impedían a la gente participar en un cambio real. Con un puesto eventual en la Sociedad Geográfica Rusa tuvo la oportunidad de experimentar la vida de la gente que deseaba emancipar. Esto representó un escape a sus dilemas políticos, proporcionando un marco potente en el que desarrollar algunas de sus ideas respecto a formas más comunitarias y no jerárquicas de organización social (y de hecho, académicas). Rechazó una serie de ofertas de trabajo dentro de la Sociedad, que en última instancia lo devolverían al status del que tan desesperadamente había estado tratando de escapar.
Gran parte de sus fundamentos políticos fueron desarrollados a través de la interacción sostenida con trabajadores y tendieron a rechazar, luego, en su desarrollo como anarquista, a la agenda marxista – conoció y discutió ideales revolucionarios con individuos “autogestivos” y por tanto capaces de dar esperanza a algunas de las formas más radicales de libre asociación que podrían ser articuladas en debates no autoritarios / no jerárquicos. Se sintió alentado por los marxistas en el desarrollo de miradas más amplias respecto a la creación de bases de conocimiento entre las masas - pero fue más allá del sentimiento misional que expresaba “que los trabajadores necesitan de las clases educadas para lograr su emancipación” – persiguiendo conceptos de auto-organización, que encontró por medio de la agitación de las personas, rompiendo con las restricciones del conocimiento de las clases privilegiadas para si mismas. Sugirió que “la emancipación de la clase obrera debe ser conquistada por las propias clases trabajadoras”. También implicó el “federalismo” como medio de auto-organización de los grupos – la adhesión a los principios del comunismo no autoritario (o anarco) de autonomía, libertad de desarrollo de tácticas propias y trabajo dentro del marco de objetivos comunes para el bien de todos. Lo más intrigante de su propuesta es que rechazó los ideales de los activistas marxistas y líderes de la época – que, por la naturaleza de su realpolitik buscaban gobernar y censurar a determinados grupos – quienes restringían la participación verdaderamente abierta. Muchos otros revolucionarios de clase media que se unieron a los grupos “federalizados” con los cuales Kropotkin estaba involucrado – abandonaron sus privilegios de clase y se convirtieron en trabajadores. Más adelante, esto se convirtió en el marco que dio sustento a la obra de Kropotkin, siendo accesible y abierta a todos. Su última meta fue escribir material político para una audiencia de masas y la proletarización directa al paso, llevada a cabo por revolucionarios que se movían rápidamente de pueblos en pueblo, de fábrica en fábrica, creando “impresiones momentáneas” de crítica social.
He proporcionado un breve relato de los principales desarrollos de las ideas del pensador anarquista Kropotkin – hay mucho más que podríamos discutir - pero a fines de este breve debate he utilizado sólo los aspectos más relevantes del desarrollo de sus propuestas de libre asociación alcanzados por una profunda experiencia respecto a la coerción social y un entendimiento consciente que tendió a ser explícitamente prefigurativo.

Contextualizar estos aspectos de la información mutuamente compartida en arqueología es lo que Arqueólogos por la Justicia Global tiene como caso de estudio. Se trata de una red de libre asociación que busca desarrollarse con el espíritu de las bases ideológicas de Kropotkin. AJG surgió como respuesta al crecimiento de la injusticia generalizada en el mundo. No sólo dentro del marco de la ética arqueológica – y por tanto la brecha entre públicos y expertos, si no más bien inspirada por los arqueólogos británicos en contra de la participación en Irak – una guerra que la mayoría de la gente considera hoy, parte de un plan más amplio para lograr la hegemonía económica a costa del pueblo. Fue puesto en marcha por arqueólogos de la Universidad de Sheffield en el año 2005 para hacer frente a la creciente preocupación por cuestiones relativas a la propiedad política de la investigación, el debate sobre la biodiversidad humana y la repatriación de restos, así como el impacto de la arqueología de conflictos en las comunidades locales. Como arqueólogos estamos posicionados de forma única para estudiar el desarrollo de las sociedades del pasado, y AJG explota esta ventaja para explorar perspectivas sobre problemáticas actuales (sean estas políticas, ambientales o sociales). Desde el 2005 el interés comenzó a ir más allá de estos temas centrales, hacia debates políticos más amplios respecto a cómo se canaliza la información a través de la disciplina – incluyendo, como he mencionado antes – el campo minado que representan las restricciones fundantes. El impacto de las intervenciones humanas en contingencias ecológicas y sociales ha sido criticado a través de la red de debate abierto de AJG, tomando algunos de los postulados filosóficos de Kropotkin relativos a producir cambios desde abajo y desde dentro. AJG no se limita a una política institucional específica, sino que representa una gran red internacional de arqueólogos que adhieren a un conjunto común de valores respecto a cómo compilar y difundir la información. Los principios sobre los que se funda la organización simpatizan con el activismo comunitario de Kropotkin dentro un marco de absoluta igualdad – en AJG la naturaleza jerárquica de la institucionalidad académica no otorga carta blanca a unos individuos sobre otros. El debate absolutamente abierto es la regla más que la excepción permitiendo entender que los arqueólogos, como analistas de la sociedad humana, tienen la obligación de oponerse a cualquier acción anti-humanitaria, no sustentable o destructiva de la vida y la sociedad misma. Se trabaja también sobre la premisa que, a pesar de que la existencia de instituciones conservadoras es algo inherente a toda sociedad, es necesario desafiar constantemente al status quo político en la medida que el debate y el cambio revolucionario sean una parte explícita de la filosofía arqueológica, reconociendo que es esencial la necesidad de participar en más amplias plataformas de crítica a la desigualdad de las políticas económicas de mercado. AJG no tiene un marco rígido de organización, y la libre asociación no se limita solo a los arqueólogos. Los principios por los cuales existe la red se articulan de forma similar a los del anarco-comunismo y están bajo constante revisión. Esto produce interesantes debates – al ser no jerárquicos, alentando la amplia difusión de temas a tratar. La propuesta puede ser hallada en la página principal de la Universidad de Sheffield.
Recapitulando – lo que está en juego actualmente en la “economía del conocimiento” es la epistemología de dicho conocimiento en sí. He intentado mostrar que la fundamentación ideológica no siempre es negativa – y que ésta se puede aplicar a una “realpolitik” propia – más allá de la censura institucional (y por lo tanto jerárquica) de la investigación. Dado que vivimos en una era de hiper-información e hiper-gratificación necesitamos reconsiderar nuestro lugar mediante el uso de redes contingentes de participación ética por medio de un debate de amplio espectro.

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